Los ludópatas, las personas adictas a los juegos de azar en sus diversas formas, no han aumentado en Sevilla significativamente pese al fenómeno de internet y la publicidad televisiva de las casas de apuestas «on line». Pero sí se está detectando una bajada importante de edad entre los que tienen que recurrir a tratamiento y, como consecuencia de ello, una problemática familiar cada vez más endemoniada.
No son ya nada inusuales los casos de estudiantes universitarios a punto de terminar las carreras que, tras tirar indiscriminadamente de la tarjeta de crédito de sus progenitores, se ven con la urgencia de tener que desarrollar un futuro profesional —en un mercado laboral sin apenas oportunidades— para afrontar deudas acumuladas de miles de euros generadas por el póker «on line», las apuestas futbolísticas...
«Antes venían el jugador y su esposa, pero ahora suele venir acompañado por su padre y su madre», describe José Jiménez Medina, presidente deAsejer, la Asociación Sevillana de Jugadores de Azar en Rehabilitación con sede en Sevilla Este, concretamente en la calle José Jesús García Díaz. Cuentan ahora mismo con unos 240 miembros que intentan superar su adicción. En torno al 75 por ciento tiene menos de 30 años.
El cambio generacional es tan evidente como inquietante. «Hemos visto cómo en apenas dos años ha bajado la media de edad más de una década, lo cual es una barbaridad. Hoy la mayoría de los que llegan a Asejer está entre los 18 y los 24 años, cuando antes oscilaba entre los 35 y los 55. Y todo por el acceso al juego “on line”, las apuestas deportivas y esta campaña tan brutal de publicidad que llevan las empresas de juego para que la gente entre a buscar dinero fácil», denuncia.
Se calcula que en torno al 2,2 por ciento de la población española es jugadora patológica, según los datos que maneja la Federación Andaluza. Es una cifra estabilizada a lo largo del tiempo pero que no puede camuflar el dato cierto de que cada vez son más los menores sin medios económicos propios que cogen a escondidas la tarjeta de crédito y el DNI paterno o materno para suplantar la identidad del adulto y saltarse todos los controles de acceso a internet.
«La mayoría no denuncia a sus hijos, pero vienen con el problemón que, además, se agrava cuando los chavales han recurrido a créditos rápidos tipo Cofidis creyendo asumir cantidades fáciles de pagar con un golpe de suerte, cuando en realidad lo único que hacen es ir incrementando los intereses pago a pago», explica José Jiménez.
Daño patrimonial
Las deudas de ludópatas juveniles suelen oscilar entre los 4.000 y los 7.000 euros, aunque en Asejer conocen casos extremos en los que los padres han tenido hasta que vender propiedades para poder cubrir el pasivo generado por el hijo pródigo. También hubo miembros de la asociación repudiados por sus familias que han tenido que dormir en la calle o buscar refugio en los cajeros automáticos porque «no todo el mundo acepta que esto pueda ser una enfermedad; lo consideran mera degeneración».
«Hay casos de todo tipo. Están las personas que después del tratamiento han sufrido recaídas, porque no todo el mundo hace una rehabilitación perfecta; y hay también quienes vinieron a la asociación estando separados y que se han vuelto a casar como terapeutas de la asociación, celebrando aquí mismo el convite», celebra el presidente de Asejer.
Están también los casos más extremos. Sin ir más lejos, un ludópata sevillano —que además padece esquizofrenia— y su anciana madre llevan litigando desde hace unos seis años contra una televisión porque ganaron 12.000 euros mandando un mensaje de texto, pero la productora se negó a ingresarles el premio tras comprobar que ambos figuran inscritos en la lista de autoexcluidos para los juegos de azar. En la ciudad jiennense de Linares ocurre un caso parecido: la ONCE le está denegando un premio de 30.000 euros a un autoprohibido al que, tras recurrir a un abogado, se le ha ofrecido la opción de cobrar el premio pero cuando deje de estar excluido.
Fuente: http://sevilla.abc.es
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